A pesar de que la primera barrera a la hora de meditar son los prejuicios que existen al respecto, la segunda barrera es, sin lugar a dudas, la metodología a seguir. La gente no sabe cómo meditar. O tienen una idea muy compleja en la cabeza y no se atreven a empezar.
Vengo con una buena noticia y una mala. La buena es que meditar en sencillo. La mala, que no es fácil. Y ahí va una buena noticia adicional de regalo: meditar es difícil principalmente por las expectativas que tienes sobre la misma y por los juicios que te haces a ti mismo en el proceso.
A continuación te voy a proponer una manera fantástica para empezar a integrar esta práctica en tu día a día.
- Reserva 5-10 minutos al día para meditar, y sé lo más diligente que puedas con esto. La mejor manera de experimentar los beneficios que he mencionado anteriormente no es haciendo interminables sesiones de meditación trascendental cada 29 de febrero. Es con pequeñas dosis frecuentes de meditación.
- Ve a un lugar silencioso y con las menores distracciones posibles.
- Siéntate en una posición cómoda. No hace falta que hagas la posición del loto o algo extravagante. Con estar sentado en una silla, es suficiente. Incluso puedes estirarte, aunque mi recomendación es que estés erguido siempre que puedas.
- Cierra los ojos. Puedes meditar con los ojos abiertos, pero es mucho más fácil distraerse así. Especialmente si eres un principiante y no tienes el hábito integrado.
Todo esto es la preparación. Ahora viene la meditación en sí. Vamos a ello.
- Intenta liberar tu mente de pensamientos. Para ello puedes centrarte en la respiración, en hacer un conteo ascendente o en proyectar una imagen en tu mente (por ejemplo una vela, un río…)
- Cuando te asalte un pensamiento, simplemente apártalo sin juzgarlo y vuelve a centrarte en mantener libre la mente.
- Repite el proceso hasta que pase el tiempo que hayas destinado a la meditación.